martes, 27 de abril de 2010

Caritas in Veritate (29Jun09): El Papa pide una "autoridad mundial" para controlar la crisis económica

http://www.clarin.com/diario/2009/07/08/elmundo/i-01954657.htm - 29 Jun 09
El Papa pide una "autoridad mundial" para controlar la crisis económica

La Encíclica de Benedicto XVI: El Vaticano difundió "Caritas in Veritate"

Lo reclamó en una nueva encíclica, en la que exige un orden financiero más ético.

Pocas horas antes del comienzo en la ciudad de L'Aquila, a unos cien kilómetros de aquí, de la reunión cumbre de las grandes potencias industriales en el G8 y las que están emergiendo como China, la India y Brasil, el Papa lanzó su esperada encíclica social. En ella, Benedicto XVI propone gobernar la crisis social devastadora que vive el planeta globalizado con un postcapitalismo que permita superar a un mundo financiero "sin Dios" y "sin ética" que ha hecho descarrilar a la economía mundial.

La encíclica fue presentada a los periodistas "vaticanistas" ayer en una conferencia de prensa en el Vaticano. El cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, afirmó que Caritas in veritate "anima a la sociedad a superar la crisis".

Benedicto XVI, un tradicionalista que ha sido emotivamente afectado por la vastedad de la crisis global y el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y los países pobres, propone una utopía concreta que auspicia "una reforma urgente de la ONU" y "una autoridad política mundial" para gobernar el sistema financiero mundial que "goce de una verdadero poder efectivo para garantizar el desarrollo de la justicia y los derechos humanos".

En un documento de 136 páginas dividido en seis capítulos, que respiran la atmósfera de las grandes encíclicas sociales de sus predecesores, como la Populorum Progressio de Pablo VI, en 1967, y la Sollicitudo rei socialis de Juan Pablo II, de 1988, Benedicto XVI ataca duramente los excesos del sistema capitalista y reclama una globalización del rostro humano, que ponga a las personas y a los valores éticos en el centro de un mercado regulado y protegido de los abusos, que han caracterizado la codicia de la "desregulación" del capitalismo financiero.

La encíclica fue elaborada desde hace al menos dos años, pero el estallido de la crisis en setiembre 2008 y el viaje de Benedicto XVI a la realidad dramática de Africa lo convencieron de que era necesaria una encíclica del más alto nivel ante las dimensiones de la crisis de un mundo capitalista que debía ser superado con nuevas ideas y propuestas de fondo.

Caritas in Veritate (Caridad en la verdad), que es la tercera encíclica del Papa en sus cuatro años de reinado, está dirigida a los 5000 obispos de la Iglesia y a los 1130 millones de fieles católicos bautizados de todo el mundo. El Papa, que también hace referencias religiosas a la ética basada en la ley de Dios y los principios cristianos, y que repudia nuevamente el aborto, las manipulaciones genéticas, el ateísmo y el control de los nacimientos, afirma que la sociedad debe "defender los derechos inalienables de los trabajadores", critica la precariedad laboral y pide "acogida y respeto para los inmigrantes", que "no son una mercancía sino seres humanos".

El desarrollo, afirma el Pontífice, "es un factor positivo que ha sacado de la miseria a millones de personas". Pero "está aquejado por desviaciones y problemas dramáticos que la actual crisis ha puesto más de manifiesto". Asimismo, considera que una actividad financiera "mal utilizada y en buena parte especulativa" ha causado "efectos perniciosos sobre la economía real" y los flujos migratorios han sido con frecuencia "provocados y no gestionados adecuadamente".

"Es necesario -sostiene- que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones". Y agrega que "la globalizacion no es buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella".

Benedicto XVI considera que "responder a las exigencias morales más profundas de la persona tiene también importantes efectos beneficiosos en el plano económico. En efecto, la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera sino de un ética amiga de la persona".

En otro tramo de la encíclica, el Papa señala: "Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera autoridad política mundial, que debe atenerse a los principios de subsidiariedad y solidaridad".

El Papa también demuestra su gran preocupación por los problemas del medio ambiente, sin duda de cara a la asamblea mundial sobre el clima que tendrá lugar a fin de año en Copenhague, la capital de Dinamarca. Benedicto XVI considera que "un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres" es el acaparamiento, que denuncia, de los recursos por parte del Estado y de grupos de poder.

"Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras debe avanzar la investigación sobre las enegías alternativas". Pero las causas del subdesarrollo no son solo materiales. El progreso humano "viene negado y deshumanizado" si no hay una perspectiva de vida eterna.

"La sociedad cada vez más globalizada nos acerca pero no nos hermana y hay que movilizarse para que la economía evolucione hacia salidas plenamente humanas", señala la Caritas in veritate.

El exclusivo objetivo de ganar, de tener más sin el bien común como último fin, "amenaza con destruir la riqueza y crear pobreza".

El documento del Papa también ataca el proceso de deslocación de las producciones de los países más avanzados y con un costo del trabajo más alto hacia las naciones pobres. También condena los recortes en el gasto social que se registraron en los últimos años y que han aumentado a partir de la actual crisis social.

"Los operadores financieros deben redescubrir el fundamento propiamente ético de su actividad. Hay que reglamentar el sector para dar garantías a los sujetos más débiles", afirma Benedicto XVI. El Papa apoya las medidas de regulación que se apresta a adoptar el G20 (grupo de los 20 países más industriales y de desarrollo intermedio, entre ellos la Argentina), en la reunión que se hará en EE. UU., en setiembre próximo.

"La lógica mercantilista debe conducir a la consecución del bien común". "El mercado no es negativo por naturaleza", afirma el pontífice. "La actual crisis muestra que los tradicionales principios de la ética social, transparencia, honestidad y responsabilidad, no pueden ser descuidados".

El Papa critica por ser "con frecuencia muy costosos" los aparatos burocráticos de los organismos internacionales y les pide que se interroguen sobre la necesidad de una reforma. "A veces los pobres sirven para mantener con vida dispendiosas organizaciones burocráticas. Es necesario transparencia", reflexiona Benedicto XV.

El pensamiento del Pontífice
"Caritas in veritate" es la tercera encíclica del actual Papa. Sus ideas constituyen una vigorosa exhortación a atender los problemas sociales, éticos y políticos que plantea la globalización financiera sin regulación.

Rúbrica. La encíclica fue firmada por Benedicto XVI el lunes último, un día antes de su difusión mundial. En "Caritas in veritate", el Papa sostiene que la economía global debe tomar en consideración a los más pobres.

Deus caritas est
Es la primera encíclica de Benedicto XVI. Fue publicada en 2006. Trata sobre el amor. Dice que, en un mundo en el cual al nombre de Dios se lo asocia a veces con la venganza o incluso el odio y la violencia, el mensaje cristiano del Dios Amor es de gran actualidad. Hace una reflexión teológico-filosófica sobre el amor en sus diversas dimensiones. Y luego refiere al ejercicio concreto del mandamiento del amor al prójimo.

Spe Salvi
Aborda la cuestión de la esperanza. Sostiene que éste es un "elemento distintivo de los cristianos" porque "ellos tienen un futuro, saben que su vida, en conjunto, no acaba en el vacío". Y señala que los cristianos "no somos esclavos del universo" y de "las leyes de la casualidad de la materia" sino seres libres.

http://www.clarin.com/diario/2009/07/08/elmundo/i-01954659.htm
Los trabajos de cuatro precursores
LA ENCICLICA DE BENEDICTO XVI

León XIII

Con su encíclica Rerum Novarum, comienza la Doctrina Social de la Iglesia. Publicada en plena revolución industrial, 1891, advertía sobre las condiciones inhumanas del trabajo de la clase obrera. Y tuvo gran impacto en el mundo laboral.


Juan XXIII

Su encíclica Pacem en Terris, escrita en 1963 era una invitación a la paz y una condena a la carrera armamentista en medio de la Guerra Fría. "Es imposible pensar que en la era atómica la guerra pueda ser utilizada como instrumento de justicia", decía.


Pablo VI

En su encíclica Populorum Progressio, difundida en 1967, afirmó que sólo con el desarrollo de los pueblos se puede alcanzar la paz. Por esa razón, la frase por la que se recuerda ese texto reza categóricamente: "El desarrollo es el nuevo nombre de la paz".

Juan Pablo II

Escribió tres encíclicas sociales. Pero la que más impacto tuvo fue la Centesimus Annus, donde trazaba una diferencia de hierro entre el capitalismo salvaje, sin reglas ni valores, de otro que libera las potencialidades creativas del hombre.

http://www.clarin.com/diario/2009/07/08/elmundo/i-01954662.htm
Un escrito que evoca la doctrina social clásica de la Iglesia
EL SENTIDO DEL APORTE PAPAL

Por: Sergio Rubin
No sólo hicieron ruido en los primeros años del pontificado de Benedicto XVI sus poco prudentes afirmaciones sobre el profeta Mahoma y sus polémicas objeciones al uso del preservativo como método de prevención del sida. O su desconcertante decisión de liberar el latín en las misas y el haberle levantado la excomunión a cuatro obispos lefebvristas, lo que conllevó el plus de un fuerte roce con la comunidad judía por las declaraciones negacionistas del Holocausto de uno de ellos. Porque, a poco de ser Joseph Ratzinger entronizado pontífice, comenzó a retumbar en los ámbitos progresistas de la Iglesia el silencio que le achacaban al nuevo pontífice frente a los problemas sociales. Para muchos observadores, la elección de un cardenal alemán siempre preocupado por "marcar la cancha" doctrinaria en el catolicismo y particularmente preocupado por la "descristianización" de Europa, los padecimientos del lejano Tercer Mundo iban a estar muy lejos de la atención del nuevo Papa. Hay que admitir que, cuanto menos, las apariencias les daban la razón: es difícil encontrar en los primeros tiempos de este pontificado referencias enfáticas, medulares a lo social. El Papa alemán parecía más mortificado por combatir la "dictadura del relativismo" que erosiona las bases de los principios morales, en vez de denunciar una pobreza escandalosa y enrolarse en la lucha contra una desigualdad telescópica.

Por eso, la difusión de una encíclica sobre la cuestión social -ya había difundido otras dos, pero sobre la caridad y la esperanza- conllevan algo de novedad. No en lo que se dice que, en ese sentido, sigue y actualiza una línea que viene desde la época de León XIII, hace más de cien años. Sino en que lo reafirme. El teólogo brasileño disidente Leonardo Boff lo colocó ayer en estos términos: "El Papa puso poca atención en estos años al mundo exterior; estuvo más concentrado en asuntos internos, en disciplinar a la Iglesia institucional, en encuadrar a los teólogos; lanzar una encíclica social me sorprende, es salir un poco al mundo".

Es cierto que Benedicto XVI se tomó su tiempo. También es verdad que la crisis financiera mundial demoró su difusión para agregarle nuevos elementos. Y que ello le permite decir que la avidez descontrolada de ganancias y la creación ficticia de dinero, que parece estar en el corazón de la crisis, puede hacer tambalear todo porque todo sistema debe asentarse en pilares éticos y controles razonables. O sea, le permite revalidar pilares de la Doctrina Social de la Iglesia. De paso, muestra lo que mejor le sale: escribir. Los defensores de Ratzinger suelen decir que el carismático Juan Pablo II era un Papa para ver y Benedicto XVI para leer.

Hacia adentro de la Iglesia, la encíclica posibilita un achicamiento de la brecha entre el Papa y los sectores más preocupados por lo social. En la propia Iglesia argentina, ya hay un movimiento para potenciar el mensaje del Papa. Al fin de cuentas, después de tantos contratiempos no quieren dejar pasar una buena oportunidad. Y, se sabe, nunca es tarde cuando la dicha es buena.

http://www.clarin.com/diario/2009/07/07/um/m-01954349.htm

El Papa culpa de la crisis a la "economía sin ética" y pide cambios en la ONU
Fue en su encíclica "Caridad en la verdad". Benedicto XVI sostuvo que las Naciones Unidas y otros organismos internacionales son "inadecuados ante los sufrimientos de la humanidad".
El papa Benedicto XVI, en su encíclica "Caritas in veritate" (Caridad en la verdad), presentada hoy en el Vaticano, escribió que la crisis actual se debe a "una economía sin ética y a unas finanzas sin Dios" y que la ONU y otros organismos internacionales "resultan inadecuados ante los sufrimientos de la humanidad".

"La crisis actual aumenta las desigualdades sociales, la pobreza extrema, el drama del trabajo precario e incluso pone en peligro la democracia", expresó Benedicto XVI en la encíclica, cuya versión en italiano tiene 142 páginas.

El Pontífice confirmó el "no" de la Iglesia Católica al aborto, la eutanasia y la eugenética, defendió el trabajo estable "para todos", y pidió que se respeten los derechos humanos de los emigrados, que "no son una mercadería", y que se tutele el ambiente, saqueado por los países ricos. Ante los sufrimientos de la humanidad, observó el Pontífice, la ONU se demostró incapaz de afrontar las sacudidas de la globalización.

El Papa acusó a las agencias de la ONU de querer imponer planes de control de los nacimientos a los países pobres, incluso con el aborto. Del mismo modo, las señaló por no haber conseguido afrontar hasta ahora "el escándalo del hambre", en parte por el despilfarro y la falta de transparencia en las ayudas.

El respeto por la vida, puntualizó, "no se puede separar de modo alguno" del desarrollo de los pueblos. Por esto, dijo el Papa, sirven una reforma de la ONU y una "nueva autoridad política mundial", capaz de afrontar los procesos globales con "poder efectivo", pero respetando "los principios de solidaridad y subsidiaridad.

La encíclica reitera que la Iglesia no es contraria al "mercado", a condición de que no se reduzca a la búsqueda del beneficio y admita la presencia de distintas formas económicas y la influencia del Estado y la sociedad civil.

viernes, 23 de abril de 2010

Algunas "fuentes" significativas de la DSI

Desde la década del ´60, la vida y la misión de la Iglesia se vio muy influida por el Concilio Vaticano II (http://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_Vaticano_II).
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El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado por el papa Juan XXIII, quien lo anunció en el mes de enero de 1959. Fue uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX.
El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el mismo Papa en el otoño de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, (el 3 de junio de 1963). Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el Papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965. La lengua oficial del Concilio fue la lengua latina.
Fue el Concilio que contó con más representación de todos, con una media de asistencia de unos dos mil padres conciliares procedentes de todas las partes del mundo y de una gran diversidad de lenguas y razas. Asistieron además miembros de otras confesiones religiosas cristianas.
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De los documentos elaborados en el Concilio Vaticano II tiene especial importancia para la DSI la Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES ("Gozo y Esperanza"): Sobre la Iglesia en el mundo actual.
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html
De este documento podemos destacar de la segunda parte ("Algunos problemas más urgentes") los capítulos 3 ("La vida económico-social") y 4 ("La vida en la comunidad política"): Son los apartados 63 al 76.
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Del Magisterio y la enseñanza de los Papas (http://www.vatican.va/holy_father/index_sp.htm), podemos destacar algunas encíclicas, en particular las que figuran a continuación:
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Rerum Novarum (latín: "De las Cosas Nuevas") es la primera encíclica social de la Iglesia Católica. Fue promulgada por el papa León XIII el viernes 15 de mayo de 1891.
Fue una carta abierta dirigida a todos los obispos, que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras. En ella, el papa dejaba patente su apoyo al derecho laboral de formar uniones o sindicatos, pero sin acercarse al marxismo, pues también se reafirmaba en su apoyo al derecho de la propiedad privada. Además discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría corporativismo.
Aun cuando se ha debatido sobre sus posiciones o declaraciones particulares, es claro que este trabajo fue notable como resumen de muchos asuntos planteados por la revolución industrial, por el creciente problema obrero y las sociedades democráticas modernas. Con esta encíclica la Iglesia pretendió, entre otras cosas, paralizar la "descristianización" de las masas trabajadoras, en un período en el cual la credibilidad de la Iglesia se veía disminuida debido a que los sectores populares de la cristiandad e incluso del clero, se inclinaban por las ideas revolucionarias o que las soluciones vendrían de las acciones conjuntas de la Iglesia, del estado, el patrón y los trabajadores. Precisó los principios para buscar la justicia social en la economía y la industria.. Se acepta generalmente que la encíclica Rerum Novarum es la carta de fundación de la democracia cristiana y una pieza clave de la Doctrina social de la Iglesia.

http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum_sp.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Rerum_Novarum

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Populorum Progressio (latín: "El Desarrollo de los Pueblos"), es la carta encíclica del Papa Pablo VI promulgada el 26 de marzo de 1967.
La encíclica está dedicada a la cooperación entre los pueblos y al problema de los países en vías de desarrollo. El Papa denuncia que el desequilibrio entre países ricos y pobres se va agravando, critica al neocolonialismo y afirma el derecho de todos los pueblos al bienestar. Además presenta una crítica al capitalismo y al colectivismo marxista. Finalmente propone la creación de un fondo mundial para ayudar a los países en vías de desarrollo.
Es una de las más famosas e importantes de Pablo VI aun cuando en su momento fue objeto de debates (por ejemplo, en cuanto al derecho de los pueblos a rebelarse incluso con la fuerza contra un régimen opresor) y críticas por parte de los ambientes más conservadores.
"(...)La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad, cuando a los demás les falta lo necesario (...)" Populorum Progressio, núm. 23

http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum_sp.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Populorum_Progressio

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La Octogesima Adveniens (latín: "Octogésimo Aniversario") es una carta apostólica del Papa Pablo VI publicada con motivo del LXXX aniversario de la publicación de la encíclica Rerum Novarum el 14 de mayo de 1971.
Trata igualmente de ampliar la Doctrina Social de la Iglesia. Fue dirigida al presidente del consejo para los seglares (hoy Pontificio Consejo para los Laicos) y de la Pontificia Comisión "Justicia y Paz".

http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/encyclicals/documents/hf_p-vi_enc_26031967_populorum_sp.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Octogesima_adveniens

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Laborem exercens (latín: Trabajo laboral) es la tercera encíclica de Juan Pablo II. Fue publicada el 14 de septiembre de 1981 en el 90º aniversario de la encíclica Rerum Novarum.
Está dirigida a los Obispos, Sacerdotes, familias religiosas, fieles católicos y a todos los Hombres de Buena Voluntad.
Esta encíclica trata la concepción del hombre y del trabajo a 90 años de la encíclica Rerum Novarum. El enfoque general responde a un análisis de la época moderna, en que se han desarrollado con enorme profusión experiencias de carácter económico, social, histórico, teológico, antropológico, etc. Generalmente acerca del trabajo humano, se ha ignorado su concepto exacto.
La Encíclica va más al fondo, llega al corazón del concepto mismo del trabajo humano. En lugar de trazar un modelo ideal, Juan Pablo II ayuda a comprender lo que ha acontecido y sigue aconteciendo en la historia, de qué modo puede el hombre transformarse con su trabajo, hacerse más hombre. Además Laborem Exercens muestra cómo los socialismos tratan a los seres humanos como instrumentos de producción y no como personas-sujetos de trabajo. Por otra parte, en los liberalismos se les trata como mercancía sujeta al mercado de la oferta y la demanda. Con la proletarización de los intelectuales y su desempleo, se incrementa el problema social.
Enfatiza los elementos de una espiritualidad del trabajo: los seres humanos comparten sus actividades con la acción de Dios; el trabajo imita la acción de Dios y otorga dignidad al trabajador. Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre de trabajo. Hay en la Sagrada Escritura muchas referencias al trabajo; el Concilio Vaticano II dice que «el trabajo es necesario para el progreso terreno y para el desarrollo del Reino».

http://www.vatican.va/edocs/ESL0037/_INDEX.HTM

http://es.wikipedia.org/wiki/Laborem_exercens

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Sollicitudo rei socialis (latín: Preocupación social) es la carta encíclica del Papa Juan Pablo II, promulgada el 30 de diciembre de 1987, con ocasión del vigésimo aniversario de la encíclica Populorum Progressio, acerca de la preocupación social de la Iglesia.

http://www.vatican.va/edocs/ESL0042/_INDEX.HTM

http://es.wikipedia.org/wiki/Sollicitudo_rei_socialis

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Centesimus Annus es una carta Encíclica del Papa Juan Pablo II, promulgada el 1 de mayo de 1991, con ocasión del Centenario de la encíclica Rerum Novarum, de allí su nombre en latín

http://www.vatican.va/edocs/ESL0081/_INDEX.HTM

http://es.wikipedia.org/wiki/Centesimus_annus

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Caritas in veritate (latín: La caridad en la verdad) es el nombre de la tercera encíclica del Papa Benedicto XVI firmada el 29 de junio de 2009, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, fue presentada el 7 de julio del mismo año.

http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Caritas_in_Veritate

miércoles, 14 de abril de 2010

La Patria es un don; la Nación, una tarea

La Patria es un don; la Nación, una tarea
Declaración de la 155º Comisión Permanente del la Conferencia Episcopal Argentina

1. La celebración del Bicentenario merece un clima social y espiritual distinto al que estamos viviendo. Urge recrear las condiciones políticas e institucionales que nos permitan superar el estado de confrontación permanente que profundiza nuestros males. La situación actual requiere una actitud de grandeza de parte de todos los argentinos, en particular de sus dirigentes. También nosotros, como pastores, nos sentimos interpelados por esta situación y no nos excluimos del examen de conciencia que se debe hacer.

2. La que sufre es la Nación toda; no es momento para victimizarnos ni para procurar ventajas sectoriales. “Aunque a veces lo perdamos de vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social”1. La calidad institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión de todos en la comunidad nacional. Por eso, es necesario que los poderes del Estado, de acuerdo a su naturaleza, actúen respetando su legítima autonomía y complementándose en el servicio al bien común.

3. Si toda la Nación sufre, más duramente sufren los pobres. Este es un reclamo del cual nos volvemos a hacer eco, porque se trata de una deuda que sigue vigente, y que se lee “en los rostros de miles de hermanos que no llegan a vivir conforme a su dignidad de hijos de Dios”2. Por ello, es el momento de privilegiar la sanción de leyes que respondan a las necesidades reales de nuestro pueblo, y no de detenerse en opciones fijadas por intereses que no tienen en cuenta la naturaleza de la persona humana, de la familia y de la sociedad.

4. La Patria es un don que hemos recibido, la Nación una tarea que nos convoca y compromete nuestro esfuerzo. Asumir esta misión con espíritu fraterno y solidario es el mejor modo de celebrar el Bicentenario de nuestra Patria.

5. Los cristianos invitamos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a unirse a nosotros en la oración para invocar al Señor, que es la fuerza de su pueblo, y a pedirle por nuestra querida Patria argentina: “Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y sé su guía para siempre”3. Una vez más ponemos estos deseos y esperanzas en las manos de Nuestra Madre de Luján.

1. Cea. “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad. 2010-2016”, n. 35.
2. Cea. “Afrontar con grandeza nuestra situación actual”, n°11.
3. Salmo 28 (27) 8-9. Buenos Aires, 10 de marzo de 2010

Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad (2010-2016)

Documento de los obispos al término la 96ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina(Pilar, 14 de noviembre de 2008)

Hacia un Bicentenario
en justicia y solidaridad
(2010-2016)


http://www.aica.org/index2.php?pag=081114docfinal
(...)
Metas a alcanzar a la luz del Bicentenario
31. Los dramas que hemos descrito y que afectan fundamentalmente a los más desprotegidos, están íntimamente relacionados con profundas carencias morales y estructurales. Por eso, a la luz del principio de la dignidad inviolable de cada ser humano y de una concepción integral de la persona, nos parece imperioso proponer, con vistas al Bicentenario de la Nación, algunas metas que estimamos prioritarias para la construcción del bien común:

32. Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas. Todo lo dicho será siempre provisorio y frágil, sin una educación y una legislación que transmitan una profunda convicción moral sobre el valor de cada vida humana. Nos referimos a la vida de cada persona en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural. Especialmente pensamos en la vida de los excluidos e indefensos. También en la vida de las familias, lugar afectivo en el que se generan los valores comunitarios más sólidos y se aprende a amar y a ser amado. Allí se ilumina la vida afectiva privada y promueve el compromiso adulto con la vida pública y el bien común. Alentamos a las familias a participar y organizarse como protagonistas de la vida social, política y económica (36).

33. Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una amistad social que incluya a todos, es el punto de partida para proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado construir en el transcurso de nuestra vida nacional. «Es necesario educar y favorecer en nuestros pueblos todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración» (37).

34. Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables. El habitante hace uso de la Nación, busca beneficios y sólo exige derechos. El ciudadano construye la Nación, porque además de exigir sus derechos, cumple sus deberes (38). Hay una carencia importante de participación de la ciudadanía como agente de transformación de la vida social, económica y política. Los argentinos hemos perdido el miedo a la defensa de nuestros derechos, pero la participación ciudadana es mucho más que eso. El verdadero ciudadano intenta cumplir todos los deberes derivados de la vida en sociedad.

35. Fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. Aunque a veces lo perdamos de vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución, cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social.
Resulta imprescindible asegurar la independencia del poder judicial respecto del poder político y la plena vigencia de la división de los poderes republicanos en el seno de la democracia. La calidad institucional es el camino más seguro para lograr la inclusión social. Asimismo, debemos fortalecer a las organizaciones de la sociedad.

36. Mejorar el sistema político y la calidad de la democracia. Es imperioso dar pasos para concretar la indispensable y tan reclamada reforma política. También para afianzar la orgánica vitalidad de los diversos partidos y para formar nuevos dirigentes, reconociendo que las estructuras nuevas no producirán cambios significativos y estables sin dirigentes renovados, forjados en el aprecio y el ejercicio constante de los valores sociales. Sobre todo, es imprescindible lograr que toda la ciudadanía pueda tener una mayor participación en la solución de los problemas, para que así se supere el recurso al reclamo esporádico y agresivo y se puedan encauzar propuestas más creativas y permanentes. De este modo construiremos una democracia no sólo formal, sino real y participativa.

37. Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. Urge otorgar capital importancia a la educación como bien público prioritario, que genere inclusión social y promueva el cuidado de la vida, el amor, la solidaridad, la participación, la convivencia, el desarrollo integral y la paz. Una tenaz educación en valores y una formación para el trabajo, unidas a claras políticas activas, generadoras de trabajos dignos, será capaz de superar el asistencialismo desordenado, que termina generando dependencias dañinas y desigualdad.

38. Implementar políticas agroindus­triales para un desarrollo integral. Es necesario concretar un programa agropecuario y agroindustrial a nivel nacional, que integre en la vida del país todo lo que está vinculado a nuestra tierra. Cabe apreciar la histórica importancia del campo en el crecimiento de nuestra sociedad y, a su vez, incorporar todos los avances tecnológicos con pleno respeto del medio ambiente. Por otra parte, se ha de alentar el desarrollo de las comunidades de los pueblos originarios y de las familias minifundistas, favoreciendo el derecho a la propiedad de la tierra que habitan y trabajan. Es prioritario apoyar la investigación y la inclusión científica y tecnológica de los diversos sectores en favor de las personas y de la sociedad.

39. Promover el federalismo, que supone la necesaria y justa autonomía de las Provincias y sus Municipios con relación al poder central, no sólo referida al gobierno de esas jurisdicciones sino también a la coparticipación de los recursos. Esta autonomía entraña la promoción de las economías regionales y la igualdad en las condiciones de vida, y también el acceso a las libertades y derechos, especialmente en lo que respecta a la educación, a la salud, al trabajo y a la vivienda digna.

40. Profundizar la integración en la Región. En estos tiempos que vivimos es tarea prioritaria revalorizar la integración regional, por ejemplo en el MERCOSUR, y también global, en el contexto de la creciente interdependencia de las naciones, conscientes que «los retrasos en la integración tienden a profundizar la pobreza y las desigualdades» (39).
(...)

Bicentenario: memoria, presente y sueños.

En 2010, se cumplen 200 años del Primer Gobierno Patrio, de la primera Junta consagrada por los revolucionarios de Mayo de 1810. Como suele suceder en la vida personal, los “grandes aniversarios” que nos dan los números redondos, refuerzan la percepción del paso del tiempo, más allá del simple hecho físico de registrar y medir el transcurrir “cronológico”. Con la propia percepción reforzada, se abre entonces una nueva dimensión del tiempo, la “oportunidad”, el “momento propicio” que origina posibilidades.

El Bicentenario nos pone en perspectiva de nuestra historia colectiva, con sus continuidades y discontinuidades, y nos permite hacer una re-lectura propia, una interpretación propia de los hechos de nuestro pasado. Esto no se limita a ser un gran repaso de la historia escolarmente transmitida, sino que implica comprenderla, tomar “conciencia histórica” de los hechos que condicionaron nuestro presente (influyendo en nuestras posibilidades actuales), de nuestro papel actual, de los horizontes que se abren ante nosotros , de los valores que pondremos en juego también “históricamente” en las decisiones que tomemos como sociedad, etc. Si la Historia es “maestra de vida”, pues debe serlo de “vida viva”, y no sólo de “vida fallecida”... En este sentido, conmemorar los acontecimientos que desembocaron en la declaración formal de “Independencia” en Tucumán en julio de 1816 debe llevarnos a identificar y profundizar los valores por los que se optó en aquellas circunstancias puntuales (incluyendo casos de ejemplaridad y heroísmo). Y esto servirá para ir construyendo en un mundo globalizado e “interdependiente” la “Independencia” del siglo XXI, para nuestro país y nuestra “Patria Grande”, la que formamos con nuestros pueblos hermanos[1] y que también ingresa en su Bicentenario...

No puede evitarse una comparación con nuestro primer centenario patrio: en 1910, era imperioso dotar de contenido más democrático a la república; en 2010, parece deseable recuperar en nuestra democracia el carácter republicano, en el sentido genuino del término, el de interés colectivo por la “cosa pública”, el de periodicidad y rotación en los mandatos, el de acceso fácil a información transparente sobre los actos de gobierno, el de igualdad jurídica, social, económica, política, con roles distribuidos, control ciudadano, etc.[2]

Puede apreciarse cómo 2008 fue el año donde la ciudadanía volvió a apreciar la importancia de las decisiones parlamentarias (con la crucial definición “no positiva” en torno a las discutidas retenciones “móviles” a las exportaciones agropecuarias), y celebró los primeros 25 años del actual período constitucional. 2009 fue el año en el que se despidió a un ex-presidente fuertemente asociado al retorno de la democracia y se realizaron elecciones legislativas de “medio término” en las que quedó más en claro la relevancia de las mismas.

2010 se nos presenta como un año para crecer en conciencia histórica y sentido de pertenencia a una sociedad, con todas las implicancias que esto puede tener... Para crecer en una mayor conciencia ciudadana y desembocar en una mayor “conciencia política” (considerada en el sentido amplio, el del compromiso con el Bien Común).

La política, como campo de acción de todos los ciudadanos, presenta varias facetas. Una tradicional distinción suele diferenciar la política “agonal” (rostro de “lucha” de la política) de la política “arquitectónica” (rostro de “integración” de la política). Siendo realistas, es claro que hay momentos políticos en los que se juega la acumulación de poder (la misma se vuelve legítima y encuentra justificación en vistas a un ejercicio del poder al servicio de la sociedad, especialmente de los más desfavorecidos). Previsiblemente, 2011 será un año de confrontación de ideas y proyectos. La política tiene aspectos de conflicto de intereses, y su explicitación, el procesamiento de los mismos mediante campañas, propaganda, debates, elecciones, etc. son necesarios.

Sin embargo, es deseable que, previamente a una sana y respetuosa contienda electoral, 2010 sea un año de diálogo en busca de consensos, un año de sentar bases para un proyecto de más largo plazo, soñando horizontes del 2020, 2030... Todavía más, el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (que se realizará el 27 de octubre de este año) nos permitirá “fotografiar” mejor nuestro presente y “re-conocernos” como país mejor aún... Se nos ofrece la oportunidad no sólo coyuntural (por no ser un año “electoral”), sino histórica (por el Bicentenario), para poder establecer algunos consensos políticos básicos[3], metas compartidas como sociedad: disminuir las tasas de mortalidad infantil, terminar con el hambre (criminal) que sufren muchos niños en un país como el nuestro[4], erradicar enfermedades típicas “de la pobreza” como el mal de Chagas[5], elevar la calidad educativa que reciben nuestros jóvenes, asegurar la centralidad del trabajo decente, mejorar las redes de transporte e infraestructura territorial, facilitar los mecanismos de participación ciudadana, etc., etc.

Es claro que, en este sentido, las responsabilidades son diferenciadas. En primer lugar, los ciudadanos todos tenemos que volver a “querer saber”... Interesarnos, averiguar, es una primera condición necesaria para poder participar constructivamente[6]. Otro aporte importante es el intercambio de ideas y puntos de vista con los vecinos, familiares, amigos: hacer que la política no sea sólo una cuestión electoral, sino una variable importante, presente entre otras cuestiones que hacen a nuestra vida habitual. El sufragio es un momento “visible” del contenido popular de la democracia, pero debe estar precedido por varios momentos “invisibles” de comunicación, de debate, de participación y compromiso cotidianos para encauzar pacífica y racionalmente los justos reclamos.

Los líderes y dirigentes, por otro lado, tienen también una responsabilidad concreta, más expuesta, frente a sus conciudadanos. Desde los dirigentes locales, hasta los autoridades nacionales, desde los referentes sindicales hasta las cámaras de empresarios, consejos profesionales, los referentes intelectuales y religiosos, los comunicadores sociales, las agrupaciones sociales y barriales, todos ellos están en una posición que los pone al servicio del resto. La calidad de sus liderazgos se reflejará en la medida que sepan posponer intereses particulares, en búsqueda de acuerdos que permitan una mayor previsibilidad, en la medida que podamos tomar medidas y movilizar recursos para asegurar la cohesión y la movilidad sociales, en la medida que la paz se base en la justicia, en la medida que los derechos de las personas sean cada vez más consolidados.

Como conclusión, recordar y festejar el Bicentenario de nuestra Independencia nos vuelve a comprometer en nuestra soberanía y en nuestro deseo de no ser “súbditos” de nadie. Y nos recuerda que nuestro ser “honestos ciudadanos” no se limita hoy en día a “no violar la ley”, a mantener una “buena conducta” en términos individuales, sino que también implica hacerse cargo de la sociedad de la cual formamos parte y somos responsables y contribuir activamente a mejorar la calidad de vida de nuestros semejantes.

Rafael Tesororafaeltesoro2@yahoo.com.ar
[1] Cf. la opinión del ex-presidente chileno Ricardo Lagos, en Clarín (6-9-09), “Respuestas para este siglo, no para el anterior”, http://www.clarin.com/diario/2009/09/06/opinion/o-01993011.htm
[2] Cf. la columna del historiador y politólogo Natalio Botana, en Clarín (3-1-10), “La mejor batalla que debe librar este Bicentenario”, http://www.clarin.com/diario/2010/01/03/opinion/o-02112245.htm
[3] De hecho, socialmente ya hay consensos básicos en los planos jurídico y civil, tal como se expresa en la Constitución Nacional.
[4] Según la Red Solidaria, en un cálculo “conservador”, 8 menores de 5 años mueren de hambre por día en la Argentina, país que puede producir alimentos para casi 400 millones de personas.
[5] Aún actualmente, se estima que en la Argentina 2 personas mueren por el mal de Chagas por día.
[6] Las modernas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) están abriendo posibilidades y nuevas formas de civismo, tales como el “civismo digital”, vinculado con la informatización de la gestión pública y la participación ciudadana.